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Diversa

¿Cuánto vale Napoleón, el último reto cinematográfico de Ridley Scott?

El nuevo desafío de Ridley Scott no es el menos ambicioso de su carrera, ya que implica lidiar con una figura histórica muy controvertida: Napoleón Bonaparte. Desde Abel Gance hasta King Vidor pasando por Sacha Guitry o Antoine de Caunes, muchos lo han intentado con mayor o menor éxito, sin olvidar al propio Stanley Kubrick, que acabó por detenerlo todo a causa de una retirada financiera de última hora.

A sus 85 años, con su experiencia, Ridley Scott no se dejó impresionar por el Emperador y su leyenda al decidir ofrecer un enfoque tan singular como original del personaje. Si se esfuerza por representar su incesante conquista del poder, su ascenso hasta su caída, lo hace sólo a través del prisma de la relación apasionada y atormentada que Napoleón mantiene con Joséphine, el gran amor de su vida. El problema -y es grande- es que el guión de David Scarpa se estanca en una mezcla de géneros en los que ni la relación Josefina-Napoleón, ni la conquista del poder, triunfan plenamente.

Hay que decir que a Scott no le ayudan un Joaquin Phoenix neurasténico y unos diálogos pomposos declamados en escenarios bastante feos en su versión digital, que a veces nos recuerdan a un mal refrito de un clip de Mylène Farmer, donde todo sería aburrido. y sin calor.

Tanto en la imagen como en el guión, ¡¡¡es Waterloo

La confusión de géneros continúa durante tres escenas de batalla que bien pueden estar filmadas con una maestría vertiginosa con la ayuda de caballos, extras y efectos digitales, pero que son el reflejo de un alegre lío donde ya no sabemos quién está haciendo. qué, antes de terminar perdiendo el interés por completo. Históricamente, es Waterloo en todos los sentidos de la palabra. A Scott más o menos le importa poco la veracidad de los hechos (lo ha dicho y repetido en numerosas ocasiones, incluida la acción). Pero al no querer glorificar el historial militar ni presentar a Napoleón como un estratega brillante e inteligente, lo mete en un traje demasiado ajustado del que sólo emerge su lado rufián y vulgar con su ego descomunal. El personaje está tan vaciado de sustancia que terminamos preguntándonos qué pudo haber encontrado Joséphine en él, y nosotros con ello.

Algunos replicarán que la película en su versión de 2h39, que se estrena hoy, 22 de noviembre en los cines, sufre de cortes y elipses temporales y que la versión anunciada de 4 horas hará que todos estén de acuerdo. ¿Pero estar de acuerdo en qué? Con este futuro Director's Cut, ¿la película se convertirá en un gran fresco épico y personal, o prolongará el cortés aburrimiento que ya se siente al ver esta versión truncada? La segunda opción nos parece la más probable.

Al igual que Stanley Kubrick, Ridley Scott quizás no debería haber hecho su Napoleón y seguir haciendo otras grandes películas (El último duelo, Prometeo). Es evidente que los grandes directores no tienen suerte con Napoleón. Estamos esperando febrilmente la serie Napoleón desarrollada por Steven Spielberg…